Una premisa debatida de manera constante por todos los historiadores, tanto profesionales como aficionados, es sobre si los mexicanos somos de memoria corta. La línea del tiempo bosquejada por nuestro devenir como país pareciera corroborar esta teoría: nos gobiernan quienes nos hundieron, aún cuando recordemos, de manera sarcástica o minimizada, sus hechos crueles. Allí están las once presidencias de Santa Anna. Allí tenemos a la cabeza de Hidalgo, pasando de la jaula oprobiosa al monumento nacional. Encontramos las seis reelecciones de Porfirio Díaz, el monumento al Centenario la Estela de luz (algunos le llaman “estafa de luz”) del Bicentenario. Y tantos políticos que siguen en boga, a pesar de sus incineraciones temporales. Políticos que sobreviven al Salinismo, al Zedillismo, al Foxismo (si es que lo hubo) y al Calderonismo.
Al momento de elaborar este comentario, me encuentro en una situación asaz extraña. Termino de leer un libro que me provocó mucho placer su lectura, al mismo tiempo que innumerables complicaciones mentales. ¿Quién dijo que Denise Dresser era fácil de leer?
La autora escribe con una lógica irrenunciable; apabullante, diría yo. Con la meticulosidad de un francés y con la contundencia expresiva de un latino. Numerosa en figuras escritas, acumula comparaciones, epítetos, paradojas, juegos de palabras y listados argumentativos. Al mismo tiempo de cansa y te invita a seguir leyendo. Difícilmente puedes negarle la razón, so pena de intentar desmentir aquello que con inmediato gesto signaste en aprobación tras la lectura previa.
Trataré de abordar el contenido del libro, con las precauciones del caso: demasiado analítico para poder sintetizarlo, e imposible de analizar sin prolongarse demasiado. Lo más importante es, querido lector, que este comentario no pretende reseñarte el libro, sino invitarte a leerlo. Vaya pues mi interpretación personal del mismo.
En un año electoral “El país de uno” es una especie de manifiesto sobre la transformación y evolución del pensamiento político y social de la autora. Todo lo que piensa, opina y apoya, con referencias históricas y alusiones culturales. Resulta extremadamente enriquecedor, por el simple hecho de que quienes tengamos un rango de edad menor a 50 años y mayor a 18, nos encontraremos con una especia de caña de pescar, mentalmente hablando. Denise nos ayudará a recuperar de nuestro pasado obnubilado aquello que nos escandalizó en el pasado político nacional.
Pero no solamente se trata de un revisionismo reciente. Se trata de encontrar argumentos para decir, en este año, por quién debo votar, POR QUIÉN NO DEBO VOTAR, y por qué tenemos que romper con esa especie de fatalismo cultural, terriblemente enraizado en al ser del mexicano. Si tenemos un buen gobernante, ¡bendito sea Dios! Si tenemos un mal gobernante….a todo se adapta uno.
La motivación principal del libro, intuyo, consiste en desperezar nuestro ser, en “indignarnos” con el pasado y el presente de nuestra patria, en ser acuciosos y críticos respecto de quienes rigen los destinos de este país, e incluso a no dejarnos. Debemos arrebatarles el país que por historia, derecho y sacrificio, nos pertenece a nosotros. No a ellos. Los políticos tienen secuestrado al país, y no se vale que nosotros seamos simples mirones que a fuerza de su propia pasividad, se convierten en espejos, cómplices de la acción maligna que ocurre y ha ocurrido. No nos está permitido el pecado de omisión.
Con el párrafo anterior, considero la primera parte del libro. Después, la autora nos lleva por todo un recorrido social, político y hasta filosófico, del pasado, presente y futuro de los mexicanos. No pretende ser exhaustivo: ella lo es, y basta con ella. Reseñaré brevemente las siguientes partes, sin siquiera tocar los argumentos, puesto que es el corazón de su libro.
¿Cómo hemos sido? La reflexión de Denise nos conduce a un nuevo carácter del mexicano, sin pretender emular a Octavio Paz: Somnolientos, idiotizados por el petróleo, con educación exigua, conformistas, discriminadores corruptos y amigos de palancas y privilegios para unos cuantos. Suena rudo, pero es cierto y fácilmente comprobable. El libro nos dice por qué.
Luego, nos ofrece una perspectiva de lo que ha ocurrido con el país los últimos 20 años: del Salinismo al Foxismo. Con su juicio particular, desnuda de nuevo los grandes atracos que políticos con vida y memoria vigente han hecho al país. Las particularidades de la dictablanda priista, la lucha salinista contra la nomenklatura y las oportunidades perdidas de Fox.
No menos importantes se constituyen las reflexiones sobre las trabas (en peligro de convertirse en taras) que impiden el florecimiento actual de nuestro país. Los monopolios y los oligopolios, el poder fáctico de unos cuantos, los medios de comunicación y los cárteles de la droga.
La reflexión final, deben de interpretarla por ustedes mismos. Creo que es un libro oportuno, que no oportunista, pues en este año de elecciones se requieren ciudadanos que efectivamente vistan de overol y estén decididos a participar de manera activa en el buen funcionamiento del país. Ahora, más que nunca, acudir simplemente a votar, no sólo es insuficiente: es la perpetuación de una democracia disfuncional. Debemos de entender la democracia como la participación de todos en el funcionamiento del país, no en la simple elección por las masas anónimas de un personajazo que ordeñará la vaca el siguiente sexenio.
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