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viernes, 22 de junio de 2018

SUEÑO DEL FEVRE. George R. R. Martin también sabe de vampiros.

Todo un estuche de monerías ha resultado George R. R. Martin para un servidor. Tan ansioso estoy por devorar la próxima entrega de "Canción de Fuego y Hielo" -Vientos de Invierno- que me solazo en otras tantas novelas que el susodicho autor ha escrito, para calmar mi sed literaria cual vampiro decimonómico.



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En efecto, antes de rozar las puertas del cielo con sus audaces tomos de Juego de Tronos y subsecuentes, GRRM probó y mejoró su estilo literario creando novelas con los tópicos más diversos, aunque la mayoría enmarcados en la ficción, la fantasía y la ciencia ficción.

Me llamó la atención encontrar en la librería una novela de GRRM cuya temática eran los vampiros de la Norteamérica del Siglo XIX. Completamente estilo Anne Rice. Solo que, con el tono narrativo de nuestro autor, la lectura se vuelve más amena y sumamente fácil de llevar. Acabo de devorar un libro de 500 páginas en una semana. Nada más y nada menos que "El sueño del Fevre".

Nos encontramos en la Unión Americana, justo tres años antes de la Guerra de Secesión. La diferencia de valores entre el norte industrializado y el sur agrícola es más que evidente, y la pseudo-nobleza residente en las plantaciones pretende competir con el abolengo europeo en prosapia y estilo. Ese ambiente es propicio para que una generación de vampiros, escondidos en los ritos barrocos de las clases sociales occidentales, se hayan definido por acudir al nuevo continente en busca de sobrevivencia y progreso.

En ese centenar de quirópteros, nos encontramos a un par de líderes que son héroe y rival uno de otro. Por un lado está Josua York, un vampiro de apenas 200 años que ha aprendido a controlar la sed roja, y prepara un brebaje que le permite vivir sin ser agresivo ni buscar hincarle el diente a cuanto humano se atraviese. Y en la esquina ruda nos topamos con Damon Julián: un desalmado chupasangre que vive engañando a un miserable humano para que lo proteja a él y a su pandilla de día, proveyéndole de noche esclavos y presas para sobrevivencia de la manada.

Como todo Batman tiene a su Robin, cada vampiro tiene a su humano en el cual confiar. Josua York se encuentra a Abner Marsh, un dueño de una compañía de botes de vapor con el cual se asocia a fin de construir el barco de vapor más lujoso e imponente de todo el Missisipi. Se llamará "El Sueño del Fevre", en homenaje al río done nació el Capitán Marsh. Y por el bando rival, Damon Julián y Su pandilla confían - y manipulan- a un Billy Vinagre, tipejo que los cuida de día, protegiéndolos de visitas en la hacienda abandonada en la cual viven.

El convenio entre Abner y Josua esencialmente radica en la posibilidad de utilizar El Sueño del Fevre para recorrer los intrincados recovecos de la cuenca del Missisipi, con el fin de encontrar vampiros solitarios y convencerlos de "volverse buenos", ingiriendo la sangre sustituta fabricada por el albíneo quiróptero.

Hasta aquí, parece una calca de "True blood", versión romanticismo del siglo antepasado. Algo así, hasta que se topan con Damon Julián, y empieza la lucha de sangre. Cabezas y miembros humanos y vampíricos ruedan por la plataforma del barco.

Cabe aclarar que GRRM respeta todos los convencionalismos existentes sobre los vampiros en las novelas de los principales autores: desde Bram Stoker hasta Ann Rice. Por lo cual, nuestra novela, sin dejar de ser convencional, resulta bastante atractiva.

Para los que somos aficionados a este tipo de género, resulta un buen aliciente para regodearse en su lectura. Y para quienes no son afines a este estilo de narraciones, no les resultará difícil de digerir. Al final de cuentas, los vampiros y los humanos somos prácticamente lo mismo: amamos, odiamos, abusamos del otro, nos contradecimos, ponemos al fuerte aplastando la cabeza del débil.

Definitivamente, El Sueño del Fevre es una novela que disfruté, y que recomiendo ampliamente.