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domingo, 6 de mayo de 2012



UN MUNDO SIN FIN.

Ken Follet es el maestro de la narrativa adictiva.


Un tanto tardío en descubrir de manera personal a este autor, confieso que pocos como él me han provocado que no suelte un libro, hasta darlo por terminado. No quisiera repetir todos los comentarios y adjetivos que provocaron una deliciosa retroalimentación relativa al primer libro que pude leer de este autor: La caída de los Gigantes. Remítanse a entradas anteriores de este blog, y descubrirán por qué las reseñas de los libros de Ken Follet son un descanso y una pasión al mismo tiempo.

Ken Follet parece ser un escritor multifacético. Pareciera que domina tanto el género de novela histórica "monstruosa", con múltiples líneas argumentales y narrativas extensas y detalladas. Sin embargo, no toda su obra es así. Entre ladrillos también construye pisapapeles. Pero la mayoría de la fama que se ha ganado en los últimos tiempos, ha sido debodo a sus novelas ambientadas históricamente.

"Un mundo sin fin" se construye en el contexto previo a la peste negra. Hablamos, esencialmente, de la primera mitad del siglo XIV. Sucesos de la máxima importancia ocurrirán en el norte de Europa: la Guerra de los 100 años. Estamos a las puertas del renacimiento y el conflicto ideológico entre nobleza y burguesía. Pasamos del concepto de servidumbre a ciudadanía. En sí, el estudio socila y filosófico de esta etapa de la historia resulta apasionante.

Con su habitual maestría, el autor entrelaza desde el principio los destinos de 5 niños, que coinciden en reunirse en el Priorato de Kingsbride previo a la fiesta de Todos los Santos. Exacto, estamos en el mismo lugar que constituye el punto de partida de la novela anterior, titulada "Los Pilares de la Tierra". Solo que el escenario ya tiene 200 años de viejo. El sueño por construir una catedral, ahora se traducirá en la obseción por alcanzar el cielo, físicamente hablando. Uno de nuestros protagonistas se propondrá construir la torre más alta de Gran Bretaña, el edificio más majestuoso del país.

¿Quiénes son estos niños, cuyo destino constituira la base de todos los contrapuntos elaborados para la historia? Tenemos a dos, hijos de un siervo que es ladrón a la vez: Gwenda y Philemon. Otros dos, vástagos de un noble en decadencia económica: Merthin y Ralph. Y finalmente, la hija del más próspero comerciante de lana de la región: Caris.

Varias historias secundarias se entrelazarán de manera adecuada, y constituirán un magnífico soporte a los devenires de estos personajes. Todos son, de manera directa o indirecta, testimonios de una lucha entre un soldado y sus perseguidores. El mensaje que porta dicho soldado es clave, y su develación podría provocar una revolución entera en el país. Prácticamente con ese mensaje se inicia el relato, y con dicho pergamino se termina la novela.

Las ambientaciones son adecuadas, el contexto histórico resulta una delicia para embarnecer la historia, y los relatos alusivos a las formas de trato entre nobles, la lucha por el poder, las intrigas dentro de los conventos, y la vida disoluta y al mismo tiempo moralina de la sociedad media se muestran sin ambages. Personas de criterio restringido, mejor absténgase de leer esta novela. Se perderán un tesoro narrativo, pero se pueden ahorrar alguna punzada en el hígado. Las descripciones sobre la propagación de la peste son tácitas, la narrativa sobre infidelidades, preferencias sexuales ocultas y mañas de todo tipo, son la tortura y la delicia a la vez de quienes están absortos en la historia. Literalmente, en esta novela PASA DE TODO.

Los relatos de Follet suelen terminar bien. No es un final feliz al estilo Disney, pero sí es un final que provoca sosiego a quienes nos identificamos con los personajes que nos parecen los "buenos de la película". Reitero que el proferos Ken es un experto en hacer que entren en colisión las historias de los personajes. Ahora lo logra de manera más predecible que en el caso de la Caída de los Gigantes. pero no deja de parecerme un maestro en el arte del contrapunto y un adecuado narrador, completo sin ser exhaustivo en sus descripciones.

Honestamente, no se pierdan la lectura de esta novela. Por historia, por humanidad, por intriga, vale la pena.