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miércoles, 17 de mayo de 2017

La Guerra y la Paz. La futilidad de los conflictos.

Resultado de imagen para la guerra y la paz libroLo prometido es deuda. La literatura lo es todo: placer, diversión, búsqueda, expresión. Pero también hay textos que resultan de naturaleza insondable, cuando no se convierten en retos a resolver por el alma lúdica.

Siempre he estado en contra de los famosos métodos de lectura veloz. En aras de la efectividad, se presumen ahora distintas propuestas para leer páginas enteras en segundos y absorber las ideas principales del texto. Yo aprendí que la lectura es una actividad propia y natural del ser humano como tal.

Aunque es la llave del aprendizaje del siglo XX, la lectura también es un gran pasatiempo o excelente medio para pasarla bien. Si leo por placer, lo mejor es dejar que la velocidad de la lectura se "controle" por sí sola. Un texto o novela interesante será devorado en cuestión de minutos. Aplicaremos los principios de la relatividad del tiempo según Galileo (revisados por Einstein).

Pues bien, la lectura de "La Guerra y la Paz" fue un verdadero reto para un servidor. Sería injusto juzgar al libro por el simple cúmulo de sensaciones que me provocó su lectura completa. Soy un ser alienado por los productos escritos y visuales de finales del Siglo XX y principios del XXI. Tolstoi me resultó de un sabor muy diferente a George RR Martin o a Ken Follet. Quizás mi error consistió en esperar algo parecido o quizás superior, dada la fama del autor.

Primer gran aprendizaje: Nunca extraigas al autor de su contexto. Ni por error, hagas eso en su totalidad. Yo leí este libro con algunas interrupciones, dado que no me resultaba atractivo. Y en medio de tales suspensiones, se apareció toda la saga de Canción de Fuego y Hielo, junto con algunos escritos de naturaleza histórica que son un deleite para un servidor. Hice acopio de voluntad y me decidí por terminar la obra magna de Tolstoi. A continuación, me remito a mi experiencia y la comparto con ustedes.

¿Qué es La Guerra y la Paz? Un ladrillo de más de 700 páginas, en la versión que tuve en mis manos. Una compilación de los sentimientos, ideas comunes y reflexiones que vertían los rusos de todas las clases sociales durante las Guerras con Napoleón. Una novela que se entregó en distintas partes y capítulos, que muestra una especie de transición entre el romanticismo y el realismo, con una fuerte carga de análisis moral proporcionada explícitamente por el autor.

Hablemos del estilo. La narrativa es densa, detallada y sumamente metódica en cuanto a los diálogos de los protagonistas. Suena interesante en algunas partes, y sobrada en otras. La separación en volúmenes y capítulos me parece adecuada, aunque de repente algunos capítulos parezcan un tanto sobrecargados. El lenguaje es culto, sin llegar a ser culterano. Claro, me remito a la traducción que tuve en mis manos.

¿Y la historia? En esencia, el devenir de cuatro grandes familias de la nobleza rusa: ya sea nobleza baja o la aristocracia plena. Sus amores y desamores, su loca fidelidad al Emperador (Zar) Alejandro, la ingenuidad y hasta bobaliconería con que afrontaban la vida estos estratos sociales. Y la locura de la guerra contra Napoleón, que arrancará de cuajo todos estos estilos de vida para dar pie a una Rusia arrasada y a una guerra en la que realmente nadie ganó.

Hay dos familias que se llevan la parte fundamental de la narrativa: los Rostov (Nicolás y Natasha, básicamente) y los Bolkinsky (de los cuales recuerdo a Andrei y María). Lugar aparte merece Pedro, de los Bezujov. Su proceso de conciencia interno es uno de los más interesantes, y es un personaje que realmente se explota a profundidad.

Me arriesgo a no respetar el orden de los volúmenes para proponer una división arbitraria y personal:

Primera Parte: Año de 1807. Toda la nobleza rusa está viviendo la "vida loca" al mejor ritmo de los mirreyes mexicanos, y hacen amago de todo tipo de bravuconerías para enrolarse en el ejército y participar en la alianza con Prusia, a fin de darle su merecido a Napoleón. La admiración por el Zar Alejandro raya en la idolatría, y la aventura de la guerra hasta parece algo divertido. La crema y nata de la Nobleza Rusa pasa su tiempo entre sus villas de San Peterburgo y Moscú. Hay una gran descripción del estilo de vida de este grupo social. Personalmente, la parte más difícil de leer.

Segunda Parte: La campaña de la triple Alianza contra Francia. Se lleva a cabo en los territorios pertenecientes a Austria, o incluso a Prusia. El ejército ruso lucha fuera de sus tierras, y se muestran los primeros horrores de la guerra. En esta parte el libro se pone bueno. Acción, cartas desde el frente y un proceso de introspección interesantes tanto en Pedro como en Andrés.

Tercera Parte: La triple alianza pierde. Todos regresan a sus hogares, pero ya no son los mismos. Pedro pasa de la frivolidad a una especie de nihilismo naciente, para terminar en la masonería. Andrés busca formar una identidad propia, a expensas de su padre, y se compromete con Natasha. Por cierto, Natasha es la flor más bella del ejido, y es sumamente enamoradiza.

Cuarta parte: Guerra directa entre Rusia y Francia. Napoleón invade territorio eslavo, en aras de llegar hasta Moscú. Se echa toda la carne al asador. Es la parte más cruenta, excepcionalmente descriptiva, sumamente dramática. Andrés morirá víctima de las heridas de guerra, al igual que aquel que le robó el amor de Natasha. Pedro será prisionero de los franceses, una vez que la ciudad de Moscú es tomada. Y todos los nobles rusos tienen que abandonar sus fincas, tomar sus pertenencias esenciales y huir hacia el este, una vez que la invasión francesa se vuelve inevitable.

Ultima parte: La ocupación francesa de Moscú, y su posterior retirada. Derrota completa de los franceses. Una ocupación inútil y funesta. Muertos por todos lados.

Por mi parte, la novela fue de un arranque muy lento. las reflexiones propias de Tolstoi, sus verdaderos juicios éticos, vendrán hasta el segundo volumen. Y se refieren sobre todo a la futilidad de la guerra, a las decisiones militares que causaron la pérdida de miles de vidas. No toca el estilo de vida de los nobles, ni la frivolidad de sus decisiones. Creo que esa es una gran diferencia con Ken Follet. Pero debo de aclarar que la literatura decimonómica no tenía esa carga social tan intensa, como lo es en  la literatura actual.

Por eso digo, que debemos de juzgar un libro de acuerdo a su contexto. Y puede ser un gran error esperar que los libros se adapten a nuestro estilo de percepción, sumamente alterado por la literatura barata, la expresión concisa, netflix y hbo. Es un libro que puede convertirse en un auténtico reto al intelecto, si se asume con frivolidad.

No estoy seguro sobre si es un libro recomendable para leer. Creo que es un libro que hay que asumir de manera completamente voluntaria, sin sentimientos de obligaciones. Me sentí como en una especie de montaña rusa literaria: algunas partes se devoran a grandes trozos, y otros son indigeribles. Pero sigo creyendo que todos debemos de leer no necesariamente textos que nos causen placer.