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miércoles, 1 de mayo de 2013

Fahrenheit 451


FAHRENHEIT 451. ¿La ficción vuelta realidad?


Uno de los autores contemporáneos más populares de ciencia ficción falleció el pasado 2012. De hecho, la actual Feria del Libro de León (abril 2013) le ha dedicado un espacio exclusivo en su sección “In Memoriam”. A muchos les sonará un tanto conocido, por sus dos obras más populares: Crónicas Marcianas y Farenheit 451. Además del entretenimiento de calidad que nos proporciona la lectura de sus novelas, quiero aprovechar para reflexionar con el contenido de la última mencionada. Creo que es pertinente dada nuestra situación actual.
¿Qué tiene de pertinente la temperatura de 451 grados Farenheit? De acuerdo al libro, es el punto de ignición de un libro. ¿Se imaginan un mundo en el que los libros, en vez de ser promovidos, son quemados? Se imaginan un mundo dominado por el entretenimiento permanente, los Reality Shows, las televisiones del tamaño de una pared y la emoción permanente que buscan todos los hombres insatisfechos, al sentir el vértigo de un manejo acelerado de sus autos?
En algunos casos, no necesitamos imaginar, sino recordar. Ya tenemos en nuestras tiendas departamentales pantallas de 80 y 90 pulgadas. La tecnología en divertimento y visualización avanza a pasos de gigante. ¿Por qué no avanza a esa misma velocidad la tecnología de ahorro de combustible y de energías alternas? Es un pretexto común, hasta arquetípico, el que un joven asocie la libertad y la autodeterminación al hecho de poder manejar a grandes velocidades en lo profundo de la noche. Y si es escapando de una patrulla, mejor. Algunos héroes juveniles quedarán en el camino, víctimas de su propia imprudencia.
Tenemos en nuestra ciudad una Biblioteca Estatal maravillosa. Aproximadamente 1000 personas acuden diariamente. No se trata solo de leer, sino de aprovechar el espacio de manera cultural y hasta recreativa. Eso no logra incrementar nuestro magro promedio de lectura de 2.8 libros a nivel nacional. Nuestros periódicos se caracterizan por su tremendismo, amarillismo y agendas ocultas. Los libros no han desaparecido…simplemente se han vuelto indiferentes para la mayoría.
Por otros medios, hemos llegado al mundo en el que vive Montag, de manera cuasi paralela. El es un bombero incendiario. Perdonen el oxímoron, pero en el futuro planteado de esta novela, los bomberos generan incendios para eliminar libros. La gente se entretiene con la velocidad y los realities, la amenaza de la guerra para la sociedad es permanente, y la gente ya no se pregunta si es feliz, porque le han quitado los indicadores para responder dicha pregunta de manera adecuada.
No importa que seas feliz; lo que importa es que vivas igual que los demás. La atención a las diferencias es la mayor monserga para cualquier gobierno. Por eso los distintos estados recomiendan que la gente viva en ciudades, así se ahorran el llevar los servicios públicos a lo profundo de las cañadas o a los pueblos aislados del desierto. Por eso se promueve una cultura occidental genérica. Sería una lata lidiar con cosmovisiones indígenas o tradicionales. Es muy fácil tener una constitución en español. ¿Para qué gastar tiempo y dinero traduciendo las leyes al maya, al náhuatl, otomí y huichol? No cabe duda que la uniformidad es la clave para que un gobierno nos administre fácilmente.
Si lo analizan desde esta perspectiva, la premisa que detona la obra de Bradbury, sigue vigente. Allí están los libros, como respaldo de todo el producto cultural de la humanidad. Los robots no pueden hacer poesía. Y en medio de la vida del famoso bombero, la novela nos lleva a una toma de conciencia sobre si estamos alimentando a nuestra “humanidad” de manera adecuada.
Una esposa revivida continuamente, caída en coma por exceso de somníferos. Ausencia de recuerdos sobre el porqué se casó con ella. La primera jugada del pensamiento filosófico es el preguntarse sobre el por qué de las cosas. Pero ahora, la filosofía es una asignatura en peligro de extinción. Poco a poco, Montag va remontando esa cascada inercial que se constituye dentro del mundo en el que vive, y busca la liberación. Cambia diametralmente sus postulados. Ahora buscará salvar los libros en vez de quemarlos. Su mente y su lenguaje están atrofiados, por años de no leer. Busca quien le guíe en ese camino. Es descubierto y perseguido como un anarquista, como un terrorista. Es abandonado por su esposa, a causa de su excentricidad. Mata, sin plena intención, a su propio jefe, y huye en vivo y a todo color, perseguido por los helicópteros de los medios de comunicación.
Finalmente, los libros se conservan. Si no se encuentran físicamente, están en la mente de los rebeldes. La rebeldía consiste en leer los clásicos. Para que los libros no mueran, están ahora impresos en la mente de los antiguos profesores universitarios. El nomadismo los salvará. Ha despertado el monstruo de la guerra: podemos evocar algunos mensajes del Eclesiastés, o todo el Libro de las lamentaciones. La ciudad está hecha llamas. Lo que la protegía, terminó por destruirla. Aprendamos, si es que nos queda un atisbo de humanidad.

 
http://youtu.be/gUZUl1cs3z8