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miércoles, 28 de junio de 2017

LOS HEREDEROS DE LA TIERRA. Felicidad a pesar del dolor.

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Recuerdo la avidez con la cual leí hace seis años un monolito de papel con el título "La Catedral del Mar". Como todo historiador que lucha contra su formación ensayista, en la medida en que el autor profundiza su narrativa nos quiere dejar muy en claro que el contexto histórico es igual o más importante que las historias personales de los protagonistas.

No he tenido el privilegio -ni la oportunidad- de consultar las obras posteriores de Ildefonso Falcones. Sin embargo, desde la portada de LOS HEREDEROS DE LA TIERRA se nos anticipa que es la gloriosa continuación de la ópera prima del autor. Esa simple frase conmovió mis sentidos y descongeló mi cartera a fin de adquirir el kilo y medio de papel que constituye la primera edición mexicana.

Terminé de leer el libro, y tengo un sentimiento de satisfacción. Cuando leí La Catedral del Mar, tenía un sentimiento de euforia. Efectivamente, Los Herederos es el sucesor histórico de su primer novela, aunque no es su legatario hablando en términos literarios. Presento mis argumentos.

Me fue muy difícil no comparar la saga de Ildefonso Falcones con la obra maestra de Ken Follet. Tanto Los Pilares de la Tierra como El fin del mundo están enmarcados en los Siglos XII y XIII; La Catedral del mar y Los Herederos de la tierra se contextualizan en los Siglos XIII y XIV. La tradición agrícola y rural es fundamental con Follet. Para Falcones, el marco de Barcelona es ideal para priorizar la tradición naval y comercial. Ambos usan como tótems literarios alguna construcción: Una catedral y un puente - para Follet-, o bien otra catedral y un hospital para Falcones.

¿Está utilizando Falcones el camino recorrido por Follet para asegurarse un éxito en un nicho de mercado literario bien probado? Me parece que sí, aunque propone diferencias muy concretas, para evitar el abuso que identifique la repetición. Y es verdad que ambos tienen características literarias muy distinguibles.

En el caso de Falcones, su prosa es más sencilla. Su narración es más ágil, pues la descripción de escenarios es más escueta. A Follet le encanta entreverar su novela con las historias de cuatro o cinco familias. Falcones opta por narrar en pares, con un tercer grupo como auxiliar. O como se diría en el cine, apellidos de reparto. Finalmente, Ildefonso nos entrega una continuación que es bastante aceptable, aunque no estoy seguro de que coseche éxitos similares a los que obtuvo el galés con su saga.

Mejor hablemos de la novela: Arnau Estanyol es un hombre honorable y reconocido en Barcelona. Todos conocen su historia, y la escapatoria que su padre Bernat realizó, del feudo de los Puig, a fin de obtener la libertad en la jurisdicción de Barcelona. Y la catedral de Nuestra Señora del Mar está allí, en medio del burgo, como testimonio de su esfuerzo por el bien común.

Hugo Llor es uno de tantos niños que acude con él a la recolección de limosna, al mismo tiempo que trabaja con los bastaixos en las atarazanas de la ciudad. Huérfano de padre, tiene a su hermana Arsenda de agregada en un convento, mientras su madre trabaja duro para mantenerlo. El sueño de Hugo es ser marinero, a pesar de las promesas que ha hecho a su madre: su padre murió en una travesía.

Pero siempre los cambios de los ricos se convierten en las desgracias de los pobres. Muere el rey Pedro IV de Aragón, y su hijo Juan se apresta a tomar el trono. Pone prisionera a su madre en su propia casa, y cambian los favoritos. Es el ascenso de los Puig. Roger Puig se convierte en una suerte de lugarteniente local del nuevo rey, y empieza una serie de ejecuciones y castigos públicos para sus enemigos. Arnau Estanyol es ejecutado. Y Hugo, un mozalbete de doce años que se atrevió a defender en público a su mentor, también es castigado, lacerado y humillado públicamente.

Hugo andará a salto de mata, dentro y fuera de la ciudad. Siempre escondiéndose de los Puig y de Mateo, el lugarteniente al que dejó tuerto por accidente. El mejor refugio será la judería de Barcelona. Allí aprenderá las artes del vino, mientras se enamorará de una judía dedicada a la enfermería y cuestiones sanitarias.

Bernat, hijo de Arnau, regresa a la ciudad y apenas se entera de la ejecución de su padre, buscará venganza, de manera desafortunada. Será un proscrito del reino, y en medio de la infantil conspiración Hugo es otra vez perseguido y castigado. Hay una especie de sadismo del autor hacia este protagonista: se enamora de quien no debe, le roban hasta los zapatos, su madre se casa de nuevo y se volverá prácticamente inaccesible, y al buen Hugo le dan palizas casi semanalmente.

Viene una revuelta social, y se diezma la judería de Barcelona. Dolca, el amor imposible de Hugo, es ejecutada al oponerse a la conversión. Hugo se queda sin amparo, aunque sobrevive en base a sus conocimientos sobre el vino y las viñas. Será un corredor de vinos, al mismo tiempo que obtiene un par de viñas en comodato.

En estos momentos ocurre la muerte del rey Juan y el ascenso de Martín I. Los Puig siguen en el poder, y Roger Puig lo contrata como su botellero real, sin caer en la cuenta que contrata al niño insolente de hace doce años. A Hugo le endilgan el cuidado de su sobrino por gracia de otra judía -Regina- que ahora es una conversa. Y tendrá que deshacer su promesa de matrimonio con una jovencita catalana bajo las amenazas de esa maldita mujer. Otra vez Regina.

Puedo seguir, pero este comentario se volvería inacabable. El resto de la historia es una serie de fatalidades que le ocurren a Hugo y a su familia. Y la capacidad de resiliencia del protagonista es notable. Me parece que hasta constituye una exageración por parte del autor. Ya murió su madre, ya desapareció su hermana de su radar, ya lo golpean y su amigo Bernat termina por darle la espalda y convertirse en su nuevo enemigo. Pierde a su hija y a sus amores para encontrar al final una especie de felicidad contenida. Claro, envuelto de vendajes y lleno de cicatrices.

La Historia de Hugo sirve para contextualizar a la Barcelona de finales del Siglo XIV y principios del XV. Cuatro reyes se suceden bajo la existencia del protagonista: Pedro IV, Juan I, Martín I y Fernando I. De momentos parece que la prioridad para el autor consiste en mostrar la historia de Cataluña, más que desarrollar de manera satisfactoria las tramas de los protagonistas. Y al final, como lector, te quedas con un buen libro, al que le sobra un poco de historia y un poco de acontecimientos en relación a Hugo.

Es un buen libro, sobre todo para aquellos que se interesan por la historia. Pero si tu prioridad es la narrativa o las historias personales, puede que este libro se torne de repente un poco aburrido o cargado de información histórica innecesaria. Se siente in poco el "bajón" en relación a la ópera prima. Pero creo que tiene más virtudes que defectos, por lo cual es un libro recomendable.