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martes, 13 de febrero de 2018

SUMISIÓN. Sátira para pensar.


Hay que agarrar al toro por los cuernos, para poder interpretar correctamente el libro. Y hay que aclarar desde el principio que el libro es una sátira, para poder disfrutarlo y no caer en la crítica rabiosa acerca de las decisiones de los personajes. La verdad, tardé un poco en darme cuenta, pues pensaba en tomarme muy en serio esta pequeña novela. Como suponía que deberían de tomarse todos los debates religiosos o metafísicos.


El libro está narrado en primera persona, desde la óptica de un "adulto contemporáneo" llamado Francois. Hace más de una década que terminó su tesis de doctorado en la Sorbona, dedicada al escritor decimonómico Huysmans. Tan buena le quedó su tesis, que una vez presentada, le ofrecen una plaza de maestro de literatura en la misma Universidad.

Así ha transcurrido la última década en la vida de Francois. Un buen sueldo, alejamiento total de sus padres -divorciados-, sexo casual y periódico con las alumnas o algunas prostitutas, comida chatarra. Todo el cliché de un maestro universitario sumamente culto, literario hasta las nueces, que se devana en una mezcla de decadentismo, existencialismo, vitalismo y hedonismo.

Por cierto: sumamente pragmático con las cuestiones religiosas. Aunque él es un ateo no proselitista, estudio tanto a Huysmans para darse cuenta que comparte el sentimiento de una sociedad podrida y enferma, lo que movió a su escritor platónico a refugiarse en un monasterio benedictino para terminar como católico convencido.

Pues bien, ése será el camino del propio Francois. Solo que, a diferencia de Huysmans, su proceso será hacia el islam. Y no será un proceso auténtico, sincero, como el de su inspirador. Será una conversión sumamente hipócrita y comodina, tratando de ser argumentada con una mezcla de filosofía barata y referencia literaria acorde al ambiente que nos pinta en la Francia del futuro reciente.

Para ser un libro publicado en el 2015, juega con la realidad y la ficción. Nos pinta al protagonista en el año 2020. Ya existe un partido político musulmán en Francia. En la primera vuelta de las elecciones, el Frente de Marine le Pen gana, con un segundo lugar casi empatado entre la Hermandad Musulmana y los Socialistas. Y ocurre lo impensable: una alianza entre musulmanes, socialistas y centro derechas con tal de frenar a Le Pen. El primer ministro será Mohamed Ben Abbás: un francés moderado de raíces musulmanas, sumamente cordial, argumentado y con pinta de estadista.

Producto de las negociaciones, la Hermandad Musulmana no quiere las carteras de comercio, administración, política exterior. Priorizan educación. Los otros grupos políticos ceden. Aquí es donde comienza a trastornarse el mundo de Francois.

En medio de las dos vueltas electorales, el protagonista tiene coloquios con colegas y amigos donde el miedo a una revuelta social es evidente. Una de sus alumnas-amante, Miryam, se va con sus padres a Israel, en previsión de la victoria musulmana y las consecuencias hacia los judíos. Una jornada viajera hacia el sur de Francia lo alejan del robo de urnas y las manifestaciones violentas.

Cuando regresa, se encuentra con un Alma Mater completamente cambiada. Arabia Saudita ha donado millones de dólares para islamizar la educación universitaria. No hay maestras, solo varones docentes. Las alumnas, antes coquetas y divertidas, ahora acuden tapadas con su respectivo velo y falda hasta los pies. La sociedad estudiantil francesa, famosa por su rebeldía, cae por arte de magia en una especie de sumisión ante el modelo educativo islámico.

Francois tiene dos opciones. Jubilarse anticipadamente, con lo cual recibiría una pensión a sus cortos cuarenta años, o bien convertirse al islam para poder ejercer como maestro. De hecho, si se convierte ganará el triple como docente, y podrá ser polígamo.

Un tipo como Francois, disfrazado de literato y filósofo, terminará por seguir los mandatos de sus genitales. Pero quiere dorarse un poco la píldora con disquisiciones metafísicas y búsqueda de sí mismo, para no verse tan hipócrita. Y en eso consiste el resto del libro. De hecho, al visitar al rector de la Sorbona - recién convertido al islam- descubre que tiene harto dinero y dos esposas: una de cuarenta para que le cocine, y otra de quince para que..... ya saben qué.

La historia del personaje está ampliamente condimentada con reflexiones y argumentos basados en los clásicos franceses decimonómicos. Francois compara su camino, en afán de justificarse, con el derrotero de Huysmans. Pero al final, se frota las manos y algo más de pensar qué alumnitas escogerá para que sean sus sumisas esposas, ahora que él ha caído en la sumisión. O como le dijo el Rector de la Sorbona, Rediger: "Es la sumisión. La idea asombrosa y simple, jamás expresada hasta entonces con esa fuerza, de que la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta."

¿Michel Houellebeq es el equivalente a los hermanos Cohen de la literatura francesa? No lo sé, pero leí este libro al mismo tiempo que en mis noches de descanso devoro la serie Fargo, en sus tres temporadas. Y me siento en un mundo sumamente raro. Lo que puede ser espiritual, se torna ambivalente. Las decisiones que deberían de enojarnos, nos provocan una carcajada de placer. La sátira y el humor negro son la mejor defensa ante un mundo a punto de caer en pedazos ante los que matan por verdades metafísicas o por taras mentales. Y el racionalismo en franca retirada.

Es un libro muy francés, muy armado de referencias literarias no tan comunes, y muy irónico. Allá ustedes si lo quieren leer. Mojigatos de todo tipo, absténgase.

https://youtu.be/fcqUBSQRV_w