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jueves, 19 de septiembre de 2013

VENGANZA. Novela negra de complicaciones gratuitas.


Antes de empezar a hablar del citado libro, creo que debo de introducirlos a su autor. Benjamin Black es el seudónimo de John Banville, autor irlandés de creciente éxito contemporáneo. Al parecer, es muy aclamado en tierras celtas y sajonas. Bajo su nombre real, ha publicado varias novelas, obteniendo el premio Franza Kaftka. De unos 5 años para acá, ha escrito novelas de tamaño mediano, con relativo éxito, bajo el patrocinio de Benjamin Black. Básicamente explota los subgéneros de novela policiaca y novela negra.



“Venganza” es una novela negra, de tamaño medio. En su edición en español, no supera las trescientas páginas. El ambiente es excesivamente irlandés, por lo que resulta un tanto indigerible en su lectura para quienes no estamos familiarizados con la cultura británica contemporánea. Lo que quiero decir con todo este preámbulo es que quien tome este libro en sus manos, no necesariamente lo va a disfrutar.

Como personajes, tenemos al inspector Hackett y su amigo, el doctor Quirke. Juntos comenzarán la investigación relacionada con la muerte del señor Victor Delahaye, por el momento cabeza visible del clan. Los Delahaye y los Clancy son dos familias irlandesas que se asociaron para crear un emporio en cuestiones metalmecánica y de transporte.

De hecho, el libro comienza calientito, con la muerte de Víctor. Lo interesante es que su muerte no es para nada misteriosa. El cómo es tácito: se pega un tiro, suicidándose, enfrente del hijo de su socio, mientras navegaban en altamar. En un arranque de obnubilación mental, el otro tripulante (David Clancy) tira la pistola al mar y observa de manera angustiosa e impotente la muerte del socio de su padre. Dado que en el barco solo iban ellos dos, tardará en ser rescatado ante su impericia naval.

De hecho, la premisa inicial del libro no busca responder el cómo. Busca responder el por qué. Si bien las circunstancias hacen que todo mundo sospeche de la muerte, el inspector y su amigo observan las actitudes posteriores de todos los relacionados con Víctor, y plantean hipótesis sobre el hecho. ¿Quién se beneficia? ¿Qué provocaría que Víctor se quisiera suicidar?

Todos son sospechosos: Jonas y James, hijos gemelos de aparente frivolidad. Mona, la viuda alegre quince años más joven. Maggie, la hermana posesiva y neurótica de Víctor. Y podemos contar a Jack, el socio despechado, o su hijo David, testigo involuntario del suicidio.  Una familia protestante y otra católica, a mediados del siglo XX.

Poco a poco surge un entramado de intereses poco legítimos, manejos accionarios riesgosos, y rencores enterrados entre los miembros de ambos clanes. La impasividad de los hijos y la viuda ponen el tono irónico a la situación. En esas estamos cuando el socio de Víctor, Jack, aparece muerto, también en su barco. Demasiadas coincidencias hacen que los mejores instintos detectivescos de Hackett salgan a la palestra. Quirke le apoya, pero se involucra de más con los implicados, lo que le poner una pisca de riesgo a sus actuaciones. Lo importante es descubrir el desenlace final, y descubrir, si es el caso, al autor del asesinato.

Debo reconocer que me costó un poco de trabajo terminar de leer este libro. NO me resultó tan atractivo como otros que he repasado últimamente, a pesar de su tamaño. El libro tiene mucha introspección y poca acción; básicamente cargada hacia el final de la lectura, que es cuando se pone mejor. Es un libro que describe ampliamente escenarios y pensamientos de los participantes, por lo que leerlo de a poquito hace que a uno le cueste trabajo retomarlo.

Es un buen libro para leerlo de golpe. Y el traductor pudo contextualizar más, porque ni la edición en español ayuda en ese sentido (¿te imaginas buscando calderilla en tu bolsillo para hablar por teléfono?). Los planteamientos son interesantes y lógicos, y los personajes adecuadamente desarrollados. Pero el libro es un tanto pesado si no te gusta el género y si no estás familiarizado con el lenguaje, costumbre y el patrimonio cultural irlandés. O siquiera británico.


En pocas palabras, es un libro hecho para el mercado sajón, y resulta difícil sacarlo de ese contexto. No me atrevo a recomendarlo a todos, pero sí invito a su lectura a quienes cumplan con los requisitos escritos líneas arriba.