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miércoles, 24 de octubre de 2018

GALVESTON. Gran puerta de entrada al realismo negro.


Portada

Honestamente, es la primera vez que escucho hablar de tal cosa como la "Novela Sucia". Es paradójico cuando, en su contenido, te topas con algo un sinfin de veces, sin llamarle adecuadamente por su nombre. Y en este universo de la escritura donde los subgéneros se acumulan como las siglas de la comunidad LGBT y lo que siga, nunca se me ocurrió que podría inventarse una suerte de subgénero llamado así: Novela sucia. O realismo negro, si queremos sonar menos vulgares.

Sin embargo, soy fan de True Detective, Temporada 1. Terriblemente atrayente y magnífica en sus escenarios oscuros, abandonados, desesperanzadores. Un poco de luz se asoma cuando logran atrapar al criminal. No hay buenos ni malos: pobreza, abandono, violencia intra y extrafamiliar. Muertes al por mayor. Y una pequeña luz al final del túnel, que quizás justifica la vida en una existencia así.

De True Detective, temporada 2, solo recuerdo a la hija de Arjona; ya sabrán por qué. Lástima del elenco atrayente, con Raquel McAdams, Collin Farrel y Vince Vaughn. Prometía mucho, pero por alguna razón logró que me desconectara de ella desde el tercer capítulo.

Pues bien, de Nick Pizzolato, autor de los guiones de la citada serie, me llegó a las manos su primera novela. Nativo de New Orleans, nadie como él para retratar en sus relatos al sur profundo: pobre, violento y desintegrado;  es el caldo de cultivo ideal para criar a todo tipo de alimañas que dotarán de interesantes narrativas a los autores que se aventuran en el crecimiento de estos novedosos subgéneros.

Roy Cody es un matón y cobrador de apuestas originario de Texas, pero residente en New Orleans. Sabe tomarse su vida con prudencia; a sus cuarenta y tantos ya acumula algunas muertes, varias cicatrices y una dureza de espíritu tenue. Dada la naturaleza de su profesión no podría tener esposa e hijos.

Revisa su vida, una vez que un doctor le ha diagnosticado carcinoma en el pulmón. Tiene meses de vida -probablemente-, ha fallado en el amor -su actual novia lo engaña con su patrón- y tiene unas malditas ganas de hacer explotar su vida en ese momento. En esas anda cuando, en el bar propiedad del jefe, recibe la consigna de reunirse con otro matón para realizar un cobro de un apostador atrasado en sus pagos.

Ante lo extraño de la hora y el lugar del cobro, Roy se huele una trampa. Le han pedido ir sin armas. Toma sus precauciones y, efectivamente: el supuesto ajuste de cuentas era una trampa para eliminarlo. Logra escapar de la trampa y mata a sus captores. En la huida, se hace acompañar de una víctima colateral: Rocky, una rubia sureña, apenas mayor de 18, que estaba como prostituta en el momento en el que la trampa se cerró. La compañera de Rocky murió, al ser un testigo no deseado de las ejecuciones.

En el vértigo de la huida, deciden que es mejor por el momento escapar juntos, dado que de seguro ambos serán buscados para eliminarlos como testigos indeseables de algo más grande. La naturaleza de Roy lo hace encaminarse a Texas, su tierra natal.

De repente, el libro tiene saltos temporales. Y nos aparece Roy, viviendo 20 años después, en las playas de Galveston. ¿Qué pasó? ¿No que le quedaban solo unos meses de vida por el cáncer? Pero los cabos no están del todo atados. Al parecer, alguien lo busca después de tanto tiempo, y él tiene que recurrir al instinto sangriento que -suponemos- le permitiría sobrevivir en la escapada de 20 años atrás.

Poco a poco, nos adentramos y conocemos tanto el mundo interno como externo de Rocky y de Roy. La verdad, terminan por caernos bien, a pesar de ser una prostituta y un matón. Nadie es tan malo como para satanizarlo, sin tomar en cuenta el contexto. Como dijo Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia". El el caso de ellos, pareciera que sus circunstancias los han definido a lo largo de la vida. pero ahora han decidido superar los pronósticos para evitar el destino. Falta ahora ver, en el resto de la novela, si el destino los alcanza.

Opinión: Es una novela realmente buena, y se puede leer en unos cuantos días. La descripción de los lugares y personas es suficiente, sin llegar a ser excesiva. Puede que el contra-tiempo literario nos desubique un poco, pero se encuentra perfectamente justificado, desde mi perspectiva. Y tiene un pequeño giro cuando todos anticipamos un final estilo Spielberg o Disney. Bien por Pizzolato, que nos demuestra que no es un autor tan convencional.

Es una novela que recomiendo, y honestamente quiero darle una oportunidad a la 3° temporada de True Detective, con próxima aparición en enero.