Un refugio para la literatura......y cosas que no tienen nada que ver.

No te hagas falsas espectativas......no es la fuente de la eterna sabiduría ni la llave de la diversión. Compartir es enriquecer. Es un lugar donde podrás expresar tus opiniones, espectativas e inquietudes sobre libros, poemas, novelas, adaptaciones al cine y demás asuntos que tienen que ver con aquellos que leemos un "poquito".

¡Bienvenido! Siempre se aceptan sugerencias, y todos estamos deseosos de que compartas tus vivencias y opiniones con los libros y objetos similares.

miércoles, 13 de julio de 2016

LA CIUDAD Y LOS PERROS. Un Vargas Llosa complejo.

Una de las asignaturas pendientes que tenía su servidor, era la lectura de alguno de los libros de Vargas Llosa. De un tiempo para acá, he desarrollado un espíritu un tanto escéptico sobre el "Boom latinoamericano" y su producto más publicitado, el mentado "Realismo mágico".

En consecuencia con lo anterior, no me gusta presumir lo que en realidad no he hecho. Me di a la tarea de seleccionar un libro de Mario Vargas Llosa para poder juzgarlo. ¿Por qué ese autor, y no otro? De Carlos Fuentes, creo que ya he leído bastante para darme una idea de su obra. De Gabriel García Márquez, el infaltable -e insufrible- 100 años de soledad, Memoria de mis putas tristes y Del amor y otros demonios. No sé por qué, pero creo que Julio Cortázar y Alejo Carpentier no encajan por completo en el molde. Así que me quedaban, con las ganas que me genera mi intuición un tanto fallida, a Mario Vargas Llosa y a Juan Carlos Onetti.

¿Qué puedo decir sobre "La ciudad y los perros" Es un libro difícil, a pesar de que es la primer novela completamente formal del escritor universal. Su prosa está bien estructurada, el tiempo para los diálogos es fluido, y la vorágine temporal que causan sus riadas de pensamientos, en relación a los protagonistas principales, nos habla de un tipo que domina, literalmente, las estructuras complejas de escritura. También moviliza adecuadamente los escalones que constituyen esa escalera de tres descansos: planteamiento, nudo y desenlace. Sin embargo, es una novela un tanto evocativa, que me hizo recordar (para bien y para mal) algunos años de mi juventud.

Estamos en el Perú de mitad de siglo XX. Hay una suerte de tres clases sociales, dentro del mismo Perú: los Limeños, los de las ciudades medianas del interior (divididas en costeñas y serranas) y el inframundo(los extremos de la selva y de las montañas). Lima misma está dividida en barrios "bien" y la prole. Las escuelas privadas (lasallistas, maristas), las escuelas de pobres, y la Leoncio Prado, academia militarizada.

Pues bien, Mario Vargas Llosa cursó parte de su secundaria y prepa (si comparamos sus estudios con la clasificación actual) en la academia militar Leoncio Prado. Así le debió de ir, pues fue su inspiración para una novela que, sin ser de guerra, es sumamente violenta. Porque violentas son las relaciones entre adolescentes heterosexuales inseguros de un país subdesarrollado. Cualquier semejanza con nuestra juventud nacional es mera coincidencia.

El bulling, ahora tan clasificado, vilipendiado y combatido en un intento de corrección política y afanes civilizatorios en aras de los Derechos de los niños, en aquella época era simplemente darwinismo funcional. Todo el mundo adulto simplemente miraba hacia todos lados, mientras su hijos se hacían hombres a base de golpes, acoso, violencia entre pares y formación de la personalidad en base a una buena tolerancia a la frustración.

Alberto, el personaje principal, es un adolescente al cual se le da la escritura de forma primorosa. No es muy bueno con las calificaciones en general, y su entorno familiar está fracturado. El padre es el típico macho latino, y su madre es la esposa estoica que seguido recurre al chantaje emocional. Viven separados de manera definitiva. Y el padre decide que Alberto curse la Educación Media en el Leoncio Prado, a ver si en medio de militares el muchacho se hace hombre.

Y efectivamente, Alberto saldrá todo un hombre, hecho y derecho. Pero para llegar a ello, pasarán tres años de acoso, de escupitajos, de humillaciones al profesor de francés, de fumar como chacuacos, de escaparse "a la sorda" del colegio, de incurrir en un mercado negro interno lleno de cigarros, licor, y cuentitos eróticos que él redacta para hacerse de dinero. Una tremenda golpiza lo dejará prácticamente con la cara deforme. El precio de la valía varonil.

En la escuela militarizada Leoncio Prado hay dos mundos, y son como caminos que no se tocan: el mundo de los adultos, y el mundo de los adolescentes. Los adultos no tienen ni la más mínima idea de lo que hacen los jóvenes cuando no están en clase, cuando escapan de su supervisión. Y los relatos concuerdan mucho con la realidad. Que me lo digan a mí, que me la pasé en casas de formación religiosas. Los grandes siempre tratan de hacerle la vida imposible a los novatos, para que esos novatos, cuando sean los grandes de la institución, se ensañen peor con los que llegan.

Pero el libro no solo relata la historia de Alberto en esos tres años. Vargas Llosa se da el lujo de provocar disrupciones temporales de vez en cuando en el libro. Ora se interrumpe por la visión de Alberto un par de años antes de entrar a la academia, ora nos sorprende con el Alberto que ya se graduó de la Institución Militar. Pero los relatos superan al personaje principal, y luego entramos en los monólogos de otros compañeros de generación.

Por su habilidad para redactar cartas y "novelitas", Alberto se gana el sobrenombre de El Poeta. En su generación hay otros apodos dignos de mencionar: El Jaguar, El Esclavo, Cava, Vallano, La Boa - no me pregunten por qué, infiéranlo-. Jorge Arana (el Esclavo) es a quien todo mundo golpea, menosprecia, agandalla. Y tendrá como único amigo verdadero a Alberto. Aunque Alberto no es su valedor de manera abierta, pues en el prestigio social de ese mundillo eso lo condenaría a recibir un trato semejante.

Hay otros personajes que merecen ser nombrados. Una vicuña que vive en los campos de la institución, y una perra callejera que entra y sobrevive en medio de tanta testosterona. La perra tiene el nombre de la Malpapeada.

A medida que uno avanza en la narrativa, se termina la confusión y entiende los roles que cada uno de esos personajes asumen en ese mundo que constituye la crisis de identidad -y de sobrevivencia- que representa el mundo adolescente varonil. Generalmente, desde la perspectiva de Alberto. Pero el libro se pone bueno en la segunda mitad, pues alguien rompe los códigos de honor de los adolescentes (no rajar, no se permiten a los chismosos) y se desencadenan trágicas situaciones. Incluso un homicidio, el cual las autoridades institucionales logran hacer pasar como un error personal del victimado.

Como ocurre con la gran parte de las instituciones, la ropa sucia se lava en casa y aquí nada pasó. En este siglo XXI de la transparencia donde se pone en internet hasta lo más intrascendente de nuestras vidas, pareciera de escándalo el estilo de vida  y de convivencia del Leoncio Prado. Tendríamos abundancia de Lords y linchamientos por las redes sociales. Pero recuerden que el mundo no funcionaba así, y guardar las apariencias era el objetivo fundamental de todos, para parecer gente bien  instituciones respetables. Esa es la premisa principal del padre y la madre de Alberto. También de los generales y las autoridades de la Institución. Ya sabemos que para los jóvenes leonciopradinos, la prioridad era otra. Sobrevivir en la jungla.

Es una buena novela, pero no es para todos. ¿Por qué se llama la ciudad y los perros? Porque a los alumnos novatos de la academia militar se les dice perros, como un apodo general. Y en la academia son los más abusados, pero cuando salen de permiso, con sus flamantes uniformes militares, se vuelven la admiración y el temor de los civiles. Ellos también abusan de los demás, en el plácido ambiente limeño de hace sesenta años.

Es una novela diferente. Y para ser la primer novela de Mario Vargas Llosa, creo que demuestra de manera suficiente las habilidades del autor. Maneja el contrapunto en sus cuatro sentidos: pasado y futuro, acción y pensamientos. Aunque Alberto es el eje central, entramos a la mente del jaguar, del boa, del esclavo. Y el escrito no es lineal, pues a la narrativa de lo que ocurre en la academia le llegan interrupciones sobre el pasado y futuro de Alberto, y las reflexiones secundarias de otros personaje.

Es un libro que realmente disfruté hasta su segunda mitad. Y sí, ocurren cosas muy fuertes. Estoy seguro de que muchos no la recomendarían como una lectura para jóvenes o adolescentes en la escuela. Pueden agarrar ideas. Je. Fuera de broma, es una novela no tan fácil de leer, pero que al final termina por gustar, sin llegar a encantar. Como sea, nos demuestra las maneras de un Vargas Llosa que crecería como escritor, hasta ser quizás uno de los tres escritores más editado de el famoso boom latinoamericano.