Era una especie de asignatura pendiente del autor. La historia - considero - más famosa de su larga colección de ladrillos adecuados a su ficción literaria. Una muestra más de su estilo y su audacia historiográfica. Esta vez, estiró la liga en todos los sentidos: en la diferencia de tiempos, en la fidelización de sus fans, en la apuesta literaria.
Esta vez, son más de dos siglos de diferencia entre los acontecimientos de la entrega anterior. Son 153 años de diferencia entre la primera y la segunda; algo así como 231 años entre la segunda y esta entrega. Y ahora no hay un espíriru constructor significativo que sea el marco de el desenvolvimiento de las pasiones entre las familias afectadas.
Para Los Pilares de la tierra, el reto es la construcción de la Catedral de Kingsbride; para Un mundo sin fin, la construcción del famoso puente que contribuya a la prosperidad de la ciudad. Para una columna de fuego, nada. Sería un chiste pensar que la obsesión de los Willard por construir un mercadillo en lo que es un monasterio abandonado es el heredero de esas transformaciones arquitectónicas de grande calado.
Fuera de eso, Ken Follet apunta a estructurar su historia con las fórmulas que usualmente repite, las cuales le proporcionan buenos dividendos. Familias en disputa, amores imposibles, una cierta justificación a sus propias creencias políticas y filosóficas - las cuales siempre coinciden con los "buenos" de la película- y la ambición usando como parapeto a las creencias religiosas o políticas.
En este caso, el siglo que escoge es ideal por la avalancha de guerras religiosas que constituyeron la mayor parte del siglo XVI. Y el entorno abarca al menos 4 países: Inglaterra, Francia, Escocia y España. Con pequeñas intervenciones en los países bajos y el Nuevo Mundo.
Desglosemos solo algunos retazos de la trama. Ned Willard es hijo de una familia de comerciantes de Kingsbride. Rollo Fitzpatrick es su némesis, desde los años de escuela. La familia Willard perderá buena parte de su fortuna con la toma de Calais por los franceses. La Reina María gobierna Inglaterra, pero el acceso de la Reina Isabel traerá la conversión del país al protestantismo y una persecución mezclada con cierta tolerancia hacia quienes no coinciden con los principios de la Iglesia Anglicana.
Ned jurará vengar a su manera a su madre Alice del despojo del cual fue víctima por parte del Obispo Julius, por lo que se convertirá en un agente del servicio de espionaje a órdenes de Isabel.
Del otro lado del mar, Pierre Aunande será un estudiante de suma sagacidad, el cual aprovechará una reunión fortuita con la familia De Guisa para aportar su parte en este marco de intolerancia religiosa que profesaron la mayor parte de los reyes franceses hacia los protestantes calvinistas, o Hugonotes.
Margaery es la hermana de Rollo, y está enamorada perdidamente de Ned. Un amor imposible, pues los Fitzpatrick serán católicos irredentos mientras los Willard voltearán hacia el protestantismo, al ser víctimas del espíritu usurero del Obispo de Kingsbride.
Barney es el hermano de Ned, que vive en España y vivirá un sinfín de aventuras al huir de Sevilla para enrolarse en los tercios españoles. Vivirá en Amberes y se convertirá en un pirata de grandes alcances.
Lo más interesante del libro es contemplar el cariz con el que irremediablemente se matan los unos a los otros, acusados de profesar la religión equivocada. Y ya sabemos que con Ken Follet los amores imposibles se vuelven probables, por su mero gusto. Margaery y Ned terminará unidos, aunque sea en sus años de vejez.
Es un buen libro para quien le gusta la ficción histórica. Tengo la fortuna de haber leído tanto su saga medieval como las entregas correspondientes al siglo XX. ¿Será por eso que me parece ya una fórmula un tanto repetida? ¿Vale más un libro por su investigación histórica que por la trama de sus historias? En los primeros libros de Ken, consideraría que las historias que construye y la psicología de los personaes son más importantes que la misma contextualización histórica. En esta última entrega, parece que entramos a una máquina del tiempo y que solo recicla personajes, para poder justificar la investigación realizada sobre el siglo XVI.
Como sea, es un libro que no decepcionará a los fans del autor. No ilusiona, ni se harán series de televisión con esta novela, pero se trataba de darle un colofón a la saga.
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