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jueves, 8 de noviembre de 2012

1Q84. Mejor que el Nobel.



Como lo comenté en la ocasión anterior, al comprobar que el Premio Nobel de Literatura de este año correspondió a un Chino (Mo Yan), me dieron ganas de leer a los suspirantes antes que al ganador. En mi mente se creó la obsesión por obtener novelas de Phillip Roth y Haruki Murakami. Estoy pendiente con el autor estadounidense, flamante ganador del Príncipe de Asturias. Paradójicamente, el Rey de España pierde credibilidad, al mismo tiempo que los premios de su hijo suben como la espuma, desde mi muy humilde punto de vista.
¿Cómo describir a Murakami? ¿Cómo hablar de 1Q84? Definitivamente, cumplió con mis expectativas, con creces. Cuando observo un libro-ladrillo en los estantes de las librerías de mi ciudad, contemplo 2 posibilidades: un banquete literario o un tremendo dolor de cabeza producto del ladrillazo autoinflingido. No niego que he tenido fracasos en el camino. Insisto que tengo como asignatura pendiente digerir a Salman Rushdie. Leer 1Q84, en sus partes primera y segunda, me llevó la friolera de tres semanas, en medio de la vorágine de mi labor docente y algo más. No me fue tan adictivo como Stieg Larsson o Ken Follet, pero definitivamente sí fue un libro que me hacía extrañarlo cuando estaba en medio de revisiones de exámenes y en plena secuencia didáctica. Y hablo de un libro de casi 1000 páginas.

Por decirlo de una manera evocativa, Haruki Murakami ya pasó a ocupar un lugar preponderante dentro de mi panteón literario, al lado de Ítalo Calvino, José Saramago, Valerio Massimo Manfredi, Santiago Posteguillo, Stieg Larsson y Ken Follet. ¡Ah! Se me olvidaban Calderón y Trino. No serán escritores de carrera, pero para mí están Honoris Causa. Libros para leer más de dos o tres veces.

Entremos en materia. No es fácil describir la literatura de Murakami, si nos atenemos a su producto principal, a juicio de muchos. ¿Cómo clasificamos al estilo del escritor nipón? Permítanme realizar una aproximación políticamente incorrecta, comenzando por lo que no es.

Para empezar, no es una novela para adolescentes ni jóvenes. No es un escrito que yo pueda recomendar como lectura de base en un curso de bachillerato. Si bien su escritura es ágil, también es metódica y exige concentración. No tiene historias de amor banales y cursis, ni referencias “Crepusculares” o cosas por el estilo. Las situaciones sexuales de los protagonistas pueden poner los pelos de punta a uno que otro, pero en la lectura ni siquiera se sienten como un bache en el camino. Vale decir que el sexo en las novelas de Murakami es como el sexo en las películas de Stanley Kubric. No causa morbo, sino una tremenda extrañeza. Y, permítanme decirlo, en el contexto de la historia resulta hasta fascinante, desde el punto de vista literario.

No es realismo mágico, ni fantasía ni costumbrismo rígido. Se me viene a la mente –ignoro si algún conocedor haya inventado el término, clasificado la corriente- de nombrar al subgénero de esta novela como Metarrealismo. Su historia es coherente, como una figura en el suelo hecha a base de fichas de dominó. La figura, vista desde un ángulo, puede parecer extravagante. Pero, al momento de dejar caer la primera ficha, todo el cauce corre con tremenda elegancia.

No es literatura comercial, aunque se haya vendido bastante bien. Creo que la intención de Haruki, antes que vender libros, es ponerle un poco de pimienta a la sociedad urbana posmoderna en la que estamos inmersos.

Literariamente hablando, es un escritor oriental que mezcla lo mejor de oriente con lo mejor de occidente. Utiliza el contrapunto con maestría, acercando las historias de los participantes de manera coherente e interesante. Metódicamente, se van destapando los personajes, en cuanto a su contexto y desarrollo. Hay equilibrio descripción-acción. Me dio la impresión de estar resolviendo un Mega-sudoku, conforme avanzaba en las páginas.

Tanto el libro I como el II están divididos en una serie de 24 capítulos, cada uno dedicado a Aomame y Tengo, respectivamente. Son los personajes centrales de la historia, y parece que sus trayectos terminarán por chocar, cuales trenes en colisión. Pero no contábamos con los cambios de vía que provocará el autor. En ocasiones adivinamos el trayecto que tomará la historia, pero en ocasiones nos provoca incertidumbre. Buen equilibrio.

La Novela comienza con un par de aforismos, para cada personaje. De allí que pudiéramos clasificar su novela de algo filosófica. Pero no lo filosófica de Saramago, que “escupe” las reflexiones de los personajes hacia el medio hostil que les rodea, como mandando un mensaje al mundo que se pierde por el hombre mismo. Las disquisiciones filosóficas de los personajes de 1Q84 se quedan en lo privado, tratando de llenar un vacío existencialista. Es filosofía íntima, y creo que se acomoda bien a cualquier lector.

Aomame es una joven de 30 años, experta en estiramientos y terapia muscular. Pero sobre todo, es una asesina/justiciera. Tengo es un profesor de matemática, escritor en ciernes y otrora compañero de clases de Aomame. Ambos se verán involucrados, sin darse cuenta, en problemas que amenazan su vida por culpa de un grupo fundamentalista religioso refugiado en las montañas.

1Q84 es una novela completa. Tiene una trama complicada, pero perfectamente orquestada. Tiene acción. Tiene suspenso. Una historia de amor que no es nada cursi. Juega con los sentimientos más profundos del ser humano, si llegamos a compararnos con alguno de los protagonistas. Y tiene su dosis de ficción, la cual puede no serlo si partimos de la premisa de que lo de deseamos, es lo que terminamos por volver realidad. Si para un esquizofrénico la realidad es lo que le procesa la mente; ¿por qué no pensar que la realidad será al final de cuentas lo que deseamos, lo que escribimos, lo que imaginamos con vehemencia? No he terminado el libro II, y ya acudí a mi librería favorita a comprar la III parte.

Como saben ustedes de sobra, no es mi intención relatar la historia del libro. Simplemente comentarles, con mis muy particulares argumentos, si una novela vale la pena para ser leída. Creo que la respuesta es obvia. Es una novela ideal para los adultos urbanos, pero si algún joven se decide a leerlo, espero que lo disfrute….y no me cargue con la culpa. Espero hablarles de la culminación de la trilogía en la siguiente semana.