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martes, 24 de marzo de 2015

ODISEO, EL RETORNO. Lo que no se vio de la Odisea.



He dado término a la saga elaborada, de manera breve pero eficiente, por Valerio Massimo Manfredi. Ya sabemos que al arqueólogo e historiador, no le gusta dejar títere sin cabeza, en lo que a griegos y romanos se refiere. Mediante la serie de dos libros (Odiseo, el juramento. Odiseo, el retorno) el autor quiere profundizar en los aspectos poco conocidos que contextualizan, de manera adecuada, el mito del viaje de Ulises en su retorno a Ítaca.

Bien lo dicen, muchos autores, que la Odisea es realmente el camino de cada uno de nosotros. Somos seres imperfectos, incompletos, en búsqueda permanente. Si la lucha de Odiseo por su retorno es una labor de 10 años, la lucha de cada uno de nosotros por encontrar nuestro destino en esta vida puede prolongarse por mucho más. La Odisea es una alegoría acerca de la vida del ser humano. Es de los pocos casos en que la filosofía y el mito se apoyan y se complementan.

¿Dónde dejamos la historia, en base al libro anterior? La primera parte (El juramento). Nos habló de la historia del Ulises niño, esencialmente. Valerio es muy prudente, al tratar de evitar repeticiones en sus libros. La historia conocida, en voces generales, acerca de la guerra de Troya, es tomada sólo de paso. Lo importante es imaginar y prefigurar los momentos que nos son tomados por la épica de Homero.

Así las cosas, Ulises se crió bajo la égida del Rey Laertes. Adquiere sabiduría, fortaleza y astucia. Quiere evitar la guerra con Troya. Herido en una cacería, en la cual acompañó a su abuelo. Promete a su esposa, embarazada, que regresará, pase lo que pase. Y la Iliada nos contará las peripecias de este grupo de notables griegos que luchan por vengar el rapto de Helena, a lo largo de 10 años. Ni con el gigante Ajax ni con la invencibilidad de Aquiles completarán su venganza. Será la astucia de Ulises el elemento determinante para dominar a los Troyanos.

Esta segunda parte, retoma el punto en donde termina el saqueo de Troya. Ulises toma su parte del botín, prepara sus 5 naves, y se dispone al regreso a su natal Ítaca. Se detendrán un momento, al invadir unos pueblos, a fin de aumentar su botín. Luego, llegará el más craso de sus errores: invadir la tierra de los cíclopes.

Como sabemos, uno de los episodios más populares de la Odisea es la confrontación entre los seguidores de Ulises y el Cíclope, Polifemo, hijo de Poseidón. Si bien el Cíclope se porta terrible con sus huéspedes (se los come de dos en dos), Ulises (Nadie) consigue dejarlo ciego, para poder escapar. La maldición que le lanza Polifemo, cuando las barcas ya partían, condenará al héroe a diez años de peripecias, en un viaje que no debió de durar más de 5 días.

Están narradas todas las estaciones del viaje, pero solo en la mitad del libro: el asalto a los Cicones, la estancia con los comedores de loto, la isla de los cíclopes, Eolo, los lestrigones, Cirse y los cerdos, el inframundo y las profecías, el canto de las sirenas, Escibia y Caribdis, Calipso, los feacios y su llegada, dormido, a Ítaca.

¿Qué ocurre en la otra mitad? Los esfuerzos de Ulises por recuperar su trono, y vengarse de todos los gandallas que asaltan el patrimonio de su casa y sus pertenencias, aprovechando su ausencia. Y por último, el postrer viaje de Ulises, con el fin de buscar el perdón del Dios marítimo.

La narrativa de Valerio es buena, aunque en este libro adquiere un tono muy intimista. Todo está narrado en primera persona, aunque salteamos entre las afirmaciones de Ulises sobre lo que ve y vive, y sus propios pensamientos sobre si es real lo que vive, o si son solo sueños. No sé si es algo intencional, pero las dudas sobre la naturaleza de la realidad que nos plantean los filósofos realistas o idealistas son materia implícita del libro.

A los fanáticos de la historia, les gustará el contexto. A los fanáticos de la historia y literatura griega, este libro les gustará. No es de construcciones complicadas, pero no es de lectura fácil, por las interrupciones narrativas provocadas por los pensamientos ontológicos del protagonista. Y no es un libro fácil, en estos tiempos en los que pululan las obras literarias de primera persona en exclusiva, y narración y descripción simplona. Claro, esos son los libros que pueden convertirse en película fácilmente. Estos otros, son para leerse e imaginar. Nunca para ver.