Para empezar, antes de hablar de la obra, hablemos del
autor. ¿Quién es Michael Burleigh? Ante todo, es primero un historiador, antes
que un escritor o narrador. Eso debe de ser considerado antes de aventurarse a
leer esta colosal obra. Me sentí un poco en el ambiente academicista del libro
de Christian Duverger. Claro, con premisas completamente diferentes.
Las credenciales académicas de Burleigh, aunque no sean
vastas, sí son impresionantes. Investigador en las Universidades de Oxford y
Cardiff, y en la London School of Economics. De su participación en
universidades americanas, sobresalen Rutgers y Stanford. Ha Ganado el Premio
Nonino el año del 2012. Dicho premio se entrega a obras que, más que el ámbito
puramente literario, sobresalen por su aporte a diversos aspectos culturales
que los jueces consideren de valor para la sociedad contemporánea.
Y efectivamente, su libro “Pequeñas guerras, lugares
remotos” es un buen aporte para cualquier biblioteca que quiera jactarse de
tener una buena bibliografía relativa al inicio de la guerra fría y al proceso
de desarticulación del colonialismo de mediados del siglo XX. Bien diría que
cualquier persona que necesitara realizar una investigación, o preparar una
ponencia sobre determinado conflicto independentista de esa época, podría
utilizar este libro como un texto de cabecera.
Se pondrá de nuevo, un poco de moda, el hablar de la guerra
fría en estos tiempos. ¿Por qué? Porque Putin pretende revivir a ese gigante
histórico que se puso a la par del verdadero ganador de la XX Guerra Mundial.
Desde los “Silentes” hasta la “Generación Y”, fuimos testigos de la famosa
lucha entre el bien y el mal, entre el mundo libre y la sociedad planificada,
entre el Bolshoi y Rambo, para decirlo en pocas palabras. Ya sea que vivieras
en el primer, segundo o tercer mundo, había que tomar partidos. Unos eran
buenos, y los otros, necesariamente malos.
Desde ese punto de vista, el libro de Michael Burleigh
pretende derribar una que otra estatua que construimos a lo largo de esa época.
En el mundo occidental, siempre se afirmó que USA y Europa Occidental serían, a
partir de la XXGM y hasta nuestros días, los paladines de la democracia, el
libre mercado y la libertad de creencias. Que era terrible vivir en los países
donde se negaba a Dios, al libre mercado y la competencia, y a la existencia de
otras ideologías políticas que no fueran comunistas. El colapso del Muro de
Berlín en 1989, y la desaparición de la Unión Soviética pocos meses después,
eran pruebas irrefutables. Todos queremos refresco de cola y hamburguesas
express.
Primera sorpresa. Burleigh hace una investigación exhaustiva
donde nos demuestra que fue mayor la paranoia estadounidense por creer que los
Soviéticos se querían comer al mundo entero, que la realidad del bloque
comunista por engullirse países y regiones para implantar el sueño de Marx. La
tesis del “efecto dominó”, fue la idea fuerza de la política occidental en esos
tiempos.
Dicho “efecto dominó” consistía en asumir que, si en un país
de determinada región se implantaba el comunismo irremisiblemente vendrían en
cascada revoluciones o movimientos políticos que convertirían a los países
vecinos en gemelos políticos del primero. Cuando una ficha cae, se derriba toda
la hilera, como con las filas de dominó.
Por lo tanto, y basados en la frase “El fin justifica los
medios” que escribió Herman Busembaum (porque en realidad nunca la mencionó
Maquiavelo), Estados Unidos apoyó a verdaderos patanes, dictadores, chupasangre
y megalómanos en numerosos países del tercer mundo, con tal de impedir que
otros líderes políticos, o guerrilleros, afines al comunismo soviético o chino,
implantaran sus respectivos sistemas políticos y económicos, en perjuicio del
mundo libre.
El libro de Burleigh es un auténtico ladrillo, tanto por su
extensión como por la potencia de sus argumentos. Y recorre, a medida que se
avanza en el índice, los pelos y señales que dieron origen a numerosos países,
en la segunda mitad del Siglo XX: Israel, Palestina Corea, Malasia, Filipinas,
Indochina, India, Argelia, Kenia, Cuba. Repite el caso de Indochina (con
Vietnam) y también dedica un espacio a las aspiraciones imperialistas
japonesas.
Hay una magnífica descripción de los personajes clave en la
historia contemporánea: Truman, Eisenhower, Churchill, Stalin, Krushev, Ho Chi
Minn, Mao. Los ensayos incluso aterrizan en las frases irónicas o crueles que
muchos de los participantes soltaron al aire ante la emergencia de tal o cual
situación.
Tan solo más de 50 páginas de la edición original, son
referencias. El libro tiene índice analítico, además de la Bibliografía. Es
decir, todo el rigor académico. Por eso aclaro que no es un libro fácil de
leer, a menos de que seas un aficionado a la
historia. Su finalidad no es entretener, sino informar y dejar bien
fecundada la semilla que todos notamos en las premisas iniciales. El mundo no
se puede separar en buenos o malos. De hecho, todos son malos en mayor o menor
medida.
En vista del Plan Marshall y la política exterior
norteamericana, USA crea un relato de buenos y malos. Convierte una guerra
política y económica, en una guerra moral. Como
bien señalara uno de los planificadores del NSC 68 “Si logramos vender en
grandes cantidades todo artículo inútil concebible, deberíamos ser capaces de
vender nuestra estupenda historia en cantidades aún mayores”. Retomo textualmente una de las citas del
autor, en la página 172 de la primera edición. Editorial Taurus.
Es un libro que recomiendo para tener. No digo
inmediatamente para leer, porque tiene que gustarte la historia, y en
particular la historia del siglo XX, para atreverte a digerir todo el volumen.
Pero, siempre que se quiera tener algo más de información, con el rigor de la
investigación, este libro será una magnífica opción.