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viernes, 27 de diciembre de 2013

Oh Jerusalén. Un pueblo indómito.

Cuando reflexioné sobre la manera de empezar este comentario sobre el libro "Oh Jerusalén", no Oh, Jerusalénpodía alejar de mi mente el hecho de que quizás profanaría con mi humilde narrativa a dos gigantes de la humanidad. Uno es el pueblo judío, y otro es Dominique Lapierre. Permítanme explicar.


Hablar del pueblo judío es difícil, porque implica querer circunscribir con unos párrafos a los fundadores del monoteísmo, a los iniciadores de uno de los libros más populares del mundo, a los autores indirectos del pensamiento occidental. A un pueblo que permaneció sin territorio más de 2000 años (contando los casi 1900 de la era cristiana, y poco más de cien con el destierro de Babilonia en la era precristiana) y que, a pesar de ello, conservó su esencia cultural y su sentido de identidad y pertenencia. Simplemente la misión supera las fuerzas de cualquier escritor.

Y hablar de Dominique Lapierre es hablar del periodista que mejor supo realizar la transición entre el reporte periodístico y la narrativa convencional. Gabriel García Márquez, intentó lo mismo, pero se perdió en el camino. Su pérdida nos trajo el tan discutido realismo mágico. Hemingway quedó atorado en las ataduras ideológicas con las que simpatizaba. No dudo que hablo de grandes escritores. Pero Dominique Lapierre simplemente nos sabe transmitir el drama humano de cada una de las situaciones que transcribe: ya sea la guerra de independencia de Israel (Oh Jerusalén), la misericordia y la excesiva miseria de los barrios de Calcuta (La ciudad de la alegría) o incluso la esperanza donde hay solo fatalismo para un enfermo de sida en los 80`s (Más grandes que el amor).

El libro "Oh Jerusalén", fue redactado el año de 1972. Es una crónica magnífica de los esfuerzos del gobierno de Israel por sobrevivir como nación, antes y después de la fecha de activación del reparto que sugirieron las naciones unidas en 1948. Recordemos que la ONU dio como fecha límite a los ingleses abandonar el país el 14 de mayo de 1948. Aunque se hizo una propuesta de reparte de territorio para judíos y árabes, los pueblos árabes no lo aceptaron. Juraron desaparecer al estado de Israel a partir del momento de su nacimiento.

Las dos partes del libro nos hablan de los preparativos en ambos lados para cumplir su objetivo primordial: para unos la desaparición, para otros la sobrevivencia. Si resulta dramático ver a los sobrevivientes de los campos de concentración, salir de Guatemala para caer en Guatepeor, podremos imaginarnos el drama final de los residentes palestisnos que, tras la segunda oleada judía que los obliga a abandonar sus casas, terminan por ser los apestados del mundo. Prácticamente ningún país árabe quiso acojerlos en su territorio.

Hablamos de un drama que sigue en la fecha actual: Israel es el rival a modo de los árabes, ante la impotencia de luchar contra Estados Unidos. Israel es una nación mejor organizada, con mayor sentido de solidaridad y acostumbrada a luchar por su supervivencia. Queda claramente demostrado mediante las acciones narradas en el libro. Y los árabes están divididos, por más que usen el micrófono con numerosos tacos de lengua.

Definitivamente es un libro entretenido, A quien le guste la historia contemporánea, le agradará la lectura de esta obra de Lapierre, en colaboración con Collins. NO es su mejor obra, pero vale la pena. Y no caduca, porque las historia es así.

 

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