Pocas veces puede uno referirse a
la historia relativa del Imperio de Maximiliano y la segunda intervención
francesa, sin evocar por lo menos someramente a Fernando del Paso. Su obra, en
este caso, tiene el carácter de monumental, a juicio de muchos –incluyendo el
de su servidor-. Debo de reconocer que dicha novela fue de las delicias de un
adolescente preparatoriano en plena confusión. Lo único que tengo seguro, es
que la historia siempre ha sido materia de mi predilección.
En este contexto, IMPERIO no
pretende ni superar ni sustituir a la meganovela de la Intervención Francesa.
De hecho, pareciera que utiliza un enfoque completamente suplementario. La
novela de Fernando del Paso va utilizando la mirada de Maximiliano y de
Carlota, principalmente. Este escrito utiliza una variedad de personales, los
cuales nos brindan sus detalles conversacionales, ayudando a pincelar todo el
panorama de los últimos días de Maximiliano y su consabido fracaso imperial.
Así pues, a lo largo de la
lectura tenemos la óptica de Maximiliano, preso y en capilla, en Querétaro.
Pero, junto con dicha visión, complementamos el mapa circunstancial con
fragmentos de vida de los demás personajes, menos Carlota. Pareciera una
contraposición menor a Fernando del Paso. Desfilan por las hojas el Arzobispo
Labastida, el Príncipe Leopoldo, el emperador Francisco José, Tomás Mejía,
Miramón, incluso el cocinero Tüdös. Lo que tienen en común es que todos
comparten los últimos días de vida de Maximiliano desde su perspectiva.
A manera de recuerdo, el fallido
emperador nos va informando de sus desilusiones, sus fallas, sus supuestos
pensamientos íntimos y la enseñanza final. Dicha enseñanza se pagará con
sangre. En este sentido, Héctor Zagal realiza un ejercicio de interesante
verosimilitud al imaginarse qué sería lo que pensarían todos los protagonistas
de esta Novela. El lector deberá acostumbrarse a los vaivenes del escrito, que
nos lleva de ida y vuelta con Maximiliano, pasando por los protagonistas
menores. Más que un contrapunto, estamos viendo una historia de días,
enriquecida con las visiones, un tanto catastrofistas, de los amigos de
Maximiliano.
Se puede aprender de esa época,
leyendo la Novela. No es la situación ideal para quien no conoce del tema. Pero
sí ayuda a enriquecer las visiones y a compartir el posible punto de vista del
perdedor, con un sutil sarcasmo cortesía del autor. Hay que reconocer que dicha
invasión pareciera una maldición histórica de nuestro país. Ahora hay unanimidad
en su condena, y consideramos a su mera constitución como un disparate. Pero se
nos olvida que el acervo cultural de nuestra patria, enriquecida con dicho
intercambio, provocó los elementos más representativos de nuestra cultura
popular mexicana. ¿Qué sería de nuestra tradición cultural sin la música de
mariachi, de banda, de polka norteña? Hablamos solo de la música…habría que
hablar de la comida, la vestimenta, las costumbres.
En definitiva, IMPERIO es un gran
soldado, en esta batalla que comanda NOTICIAS DEL IMPERIO. La primera,
entretenida; la segunda, grandiosa. La primera, novedosa; la segunda, clásica.
No son diferentes; más bien, complementarias. Para nada excluyentes de leerse.
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