Una de las asignaturas
pendientes que su servidor tenía dentro de su lista, era precisamente esta
novela de Irving D. Yalom. Para los que somos afectos a la filosofía (decir que somos Filósofos es algo realmente
muy pretencioso), nos puede resultar tentador. La sola naturaleza del
título puede servir para confirmar nuestra predisposición hacia al citado
filósofo. Es como meterse en un frente de batalla, en un terreno de tiros.
Satanizado o idolatrado, Nietzsche no puede dejarnos indiferente. Honestamente,
creo que este filósofo ha sido más malinterpretado que realmente comprendido.
Y el libro no es una apología de su obra. Parte de otra premisa
mucho más interesante.
¿Se imaginan una plática entre Freud y Nietzsche, entre los
postulados del psicoanálisis y del vitalismo/existencialismo?
De imaginarlo, no pude resistir comprar el libro, una vez encontrado en “El
Sótano”. Propiamente, los personajes del planteamiento inicial no son ellos. Es el Doctor Joseph Breuer. Veamos.
Joseph Breuer es una eminencia
médica de la Viena del XIX tardío. Sus investigaciones sobre las funciones
sensoriales y el cerebro en palomas le han otorgado cierta notoriedad en el
ámbito académico. Atiende a la crema y nata de su ciudad. Judío en sus raíces, aunque
se considera a sí mismo librepensador. Tiene como su protegido al brillante
estudiante de medicina Sigmund Freud.
A las manos de Breuer
llega una extraña carta, una petición de la rusa Lou Salomé. En esencia, la tal Lou se considera amiga de Nietzsche,
y le solicitará al doctor Breuer que atienda al filósofo, presa de síntomas
múltiples. Dicha sintomatología conduce a Nietzsche
a episodios suicidas y de desesperación total. No es el rubro ni mucho
menos la especialidad del Dr. Breuer. Cerebralmente quiere rechazar tal
ofrecimiento, pero acepta, cautivado por la personalidad de la dama.
Nietzsche ha visitado a
más de una veintena de doctores, y ninguno puede curar su migraña, sus ataques,
su foto-sensibilidad, sus mareos, nauseas, para-epilepsia y quién sabe cuántas
cosas más. Lo intrincado del caso es que
tiene que idear una cura más bien del tipo mental, no física. La principal
enfermedad de Friedrich es su desesperanza. ¿Cómo curaremos a alguien sin que
se dé cuenta?
Para el caso, Breuer,
platica la situación con Freud. Aunque el novel Médico tiene apenas 26 años, ya
bosqueja en su legado interior la teoría del subconsciente, del yo, ello y
super yo. Además, le da su debida importancia a la interpretación de los
sueños, incluso mediante la hipnosis. Con todo este arsenal preparado, Frau Breuer se
dispone a atender al tal Nietzsche en su consultorio.
Es interesante que se
pinte al filósofo como lo que era en ese momento: un personaje desconocido para
la sociedad imperante. Un profesor universitario que se ha jubilado precozmente,
con el fin de liberarse de ataduras y escribir sus pensamientos. Un enfermo
permanente en busca de clima y condiciones propicias para vivir su vida.
Hiperleído tras su muerte, inexistente en su vida. Filósofo póstumo, como le
gustaba llamarse a sí mismo. O palabras de dinamita, para contentillo de sus
fans y argumento de sus detractores.
Comienzan las sesiones
entre el filósofo y el doctor. El doctor intentará, a través del análisis de
sus síntomas, curar su psique, cambiando de tema sin que se note. Pero no
puede, Nietzche es el Juan Manuel Márquez de la filosofía modernista. Puedes
darle un buen golpe, pero él te noquea en el siguiente round. Breuer, un tipo
ilustrado y librepensador, se apasiona en cada diálogo que tiene con el sujeto.
Añora las sesiones, pero las plantea como una partida de ajedrez; nunca ganará
de esa manera. No puede entrar a la
psique con refutaciones lógicas o disertaciones académicas.
¿Qué recurso le queda? Propone un intercambio
de servicios. El curará las migrañas de Nietzsche, y Nietzsche curará la “desesperación”
de Breuer. El doctor se finge en crisis existencial, tratando de realizar un
efecto espejo, para hacer que Friedrich caiga en la cuenta de que lo que dice
que le pasa al doctor, en realidad le pasa a él.
Craso error. Ahora
Nietzche es quien hace un psicoanálisis al doctor….y en la medida que
profundiza, Breuer descubre que realmente necesitaba el proceso. Le urge una
curación a su vida. Tiene notables zonas oscuras, que el filósofo, muy a su
estilo, trata de deshollinar. Hay que pasar de atacar los síntomas, a atacar
las causas. Un psicoanálisis existencialista, ¿qué tal?
El resto de la novela
es un buen toma y daca entre las
técnicas psicoanalíticas y la filosofía vertida por el autor alemán. Y sí, Nietzsche
llora al final. ¿Quieren saber por qué? Lean la novela.
El autor es sincero:
los personajes son reales, e históricamente comprobables en cuanto a su
personalidad, fondo físico e intelectual. El encuentro entre ellos es ficticio,
pero creo que se respetan las reglas de la verosimilitud con bastante
solvencia. Eso hace más interesante el desarrollo.
El estilo de escritura
es un tanto solemne, no esconde la vena académica del autor. Pero a su servidor
le pareció bastante digerible. Si te gusta pensar de vez en cuando, y salirte
de la banalidad, las ideas compradas y la vacuidad imperante en este mundo consumista,
reflexiona sobre ti mismo. La gran idea de Sócrates que Nietzsche explota de
manera exponencial. Y puede ser un libro que abra la puerta a lecturas más
profundas sobre los temas principales. Después de esto, hay que leer a Freud y
a Nietzsche, pero sin ideas preconcebidas. Dejemos la idolatría y la
satanización a un lado, si me hacen favor.
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